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Catorce historias de mujeres que mataron, tan reales como aterradoras.
Una mujer asesina es el reverso del mito que funda la sociedad occidental. Las catorce mujeres criminales de la Argentina reunidas en este libro parecen un abuso de la estadística. Con la objetividad de un inventario y la pasión de una criminóloga, Marisa Grinstein atraviesa de un cuchillazo la idea de la excepcionalidad del acto criminal a cargo del sexo débil para proponer la pesadilla de una serie.
«Mujeres asesinas» es mucho más que una colección de biografías que se sustraen al curso de una vida normal, gracias al …
Catorce historias de mujeres que mataron, tan reales como aterradoras.
Una mujer asesina es el reverso del mito que funda la sociedad occidental. Las catorce mujeres criminales de la Argentina reunidas en este libro parecen un abuso de la estadística. Con la objetividad de un inventario y la pasión de una criminóloga, Marisa Grinstein atraviesa de un cuchillazo la idea de la excepcionalidad del acto criminal a cargo del sexo débil para proponer la pesadilla de una serie.
«Mujeres asesinas» es mucho más que una colección de biografías que se sustraen al curso de una vida normal, gracias al empleo de cuchillos, pistolas, masas, sogas o ácidos. Es un catálogo de aberraciones, un compendio de la locura y el extravío, y una riquísima indagación psicológica acerca de los modos en que la violencia y la pulsión de muerte se apropian de la mente femenina.
Las catorce asesinas de este libro tienen algo en común: esperaban para sí algo mejor. En algún punto, ese destino hizo una trampa o ellas se hicieron la trampa a sí mismas. Matar, entonces, no significaba más que empeorar un poco las cosas.
«Él se la buscó. Yo le avisé, pero él igual me siguió mintiendo. Y ojalá
que otros hombres se enteren de lo que yo hice, para que vayan
aprendiendo».
«Catorce nuevos casos completan aquí la serie de Mujeres asesinas que,
desde la crónica literaria y su posterior adaptación televisiva, se
instaló con total naturalidad entre nosotros. Desplazando los temas
políticos o económicos, conversaciones de hombres y mujeres en casa o en
la oficina reflejan el efecto demoledor de este verdadero fenómeno,
surgido de una premisa sencilla pero de difícil logro: contar buenas
historias. Logro que Marisa Grinstein confirma magistralmente en esta
entrega.
Las mujeres asesinas de estos relatos son …
«Él se la buscó. Yo le avisé, pero él igual me siguió mintiendo. Y ojalá
que otros hombres se enteren de lo que yo hice, para que vayan
aprendiendo».
«Catorce nuevos casos completan aquí la serie de Mujeres asesinas que,
desde la crónica literaria y su posterior adaptación televisiva, se
instaló con total naturalidad entre nosotros. Desplazando los temas
políticos o económicos, conversaciones de hombres y mujeres en casa o en
la oficina reflejan el efecto demoledor de este verdadero fenómeno,
surgido de una premisa sencilla pero de difícil logro: contar buenas
historias. Logro que Marisa Grinstein confirma magistralmente en esta
entrega.
Las mujeres asesinas de estos relatos son una herida, nos muestran el
abismo doméstico de lo que somos y podemos ser. Sin dejar de ser
victimarias, todas ellas son víctimas. Sin dejar de ser culpables, son
de algún modo perturbadoramente inocentes».
Jorge Fernández Díaz
Tras la amplia repercusión del primer volumen y la primera temporada de
la serie televisiva, «Mujeres asesinas 2» retoma la idea original con
nuevos y alucinantes casos.
Sin juicios fáciles, sin las estridencias de la crónica roja, estas
catorce historias nos cautivan y nos inquietan al mismo tiempo; se
trata, al fin y al cabo, de mujeres llevadas al límite
de tener que suprimir una vida para seguir viviendo. «Es raro, pero yo
no podía vivir si ella también estaba viva», dice una de ellas, asesina
de su madre. En esas palabras simples, inapelables, yace la respuesta a
un interrogante: por qué vieron en la eliminación del …
Tras la amplia repercusión del primer volumen y la primera temporada de
la serie televisiva, «Mujeres asesinas 2» retoma la idea original con
nuevos y alucinantes casos.
Sin juicios fáciles, sin las estridencias de la crónica roja, estas
catorce historias nos cautivan y nos inquietan al mismo tiempo; se
trata, al fin y al cabo, de mujeres llevadas al límite
de tener que suprimir una vida para seguir viviendo. «Es raro, pero yo
no podía vivir si ella también estaba viva», dice una de ellas, asesina
de su madre. En esas palabras simples, inapelables, yace la respuesta a
un interrogante: por qué vieron en la eliminación del otro la única
salida.
La prosa de Marisa Grinstein -magistral en la construcción de un
suspenso que no cesa hasta el final- realimenta así la perturbadora
fascinación que ejerce la figura de la mujer criminal y procura
descifrar un enigma femenino y, en definitiva, humano.
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