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Una novela desopilante y divertida.
Con la mirada perdida en la borra de su sopa instantánea, Margarita Ceballos siente que nada en su vida salió como esperaba. Cuarenta años recién cumplidos y todavía vive con su padre, un octogenario fatalista que acumula latas de conserva y bidones de agua. Su novio tampoco se la hace fácil; a pesar de llevar juntos un tiempo considerable, se niega a presentarle a sus hijas adolescentes por temor a las "secuelas psicológicas" si se enteran de que está saliendo con alguien. El balance ni siquiera es benévolo en el trabajo, después de abandonar …
Una novela desopilante y divertida.
Con la mirada perdida en la borra de su sopa instantánea, Margarita Ceballos siente que nada en su vida salió como esperaba. Cuarenta años recién cumplidos y todavía vive con su padre, un octogenario fatalista que acumula latas de conserva y bidones de agua. Su novio tampoco se la hace fácil; a pesar de llevar juntos un tiempo considerable, se niega a presentarle a sus hijas adolescentes por temor a las "secuelas psicológicas" si se enteran de que está saliendo con alguien. El balance ni siquiera es benévolo en el trabajo, después de abandonar la recepción de un banco por la gerencia de una concesionaria donde se la pasa plumereando autos de alta gama y comprándole espirulina a su jefe, reacio a quedar pelado.
Convencida de que ya no habrá tren que pase, Margarita se conforma con imaginar una vida de película en la que le llueven candidatos que la invitan a bailar "Lady in Red" mientras el efecto del hielo seco se expande a su paso. Sin embargo, todo cambiará una mañana de verano, cuando su destino se cruce con el de una perra pastor alemán a horas de ser sacrificada.
La reina del hielo seco es un despliegue de virtudes literarias entre las cuales se destacan la frescura y el humor en dosis tan efectivas como encantadoras.
En Dicen que ves las estrellas Marina Macome describe el gesto de lo cotidiano como si lograra ver capas que los demás no vemos. Su escritura, fresca y afilada, no necesita ser solemne para mostrar desgarro y te deja, cuando llegás a la última página, en ese trance que produce la buena literatura.
Consuelo Filgueira asiste a su propio derrumbe cuando lo peor que le puede pasar a una madre sucede. El dolor infinito, ese que hace ver las estrellas en el sentido más descarnado, la inunda. El mundo sigue su curso, pero ella queda suspendida en …
En Dicen que ves las estrellas Marina Macome describe el gesto de lo cotidiano como si lograra ver capas que los demás no vemos. Su escritura, fresca y afilada, no necesita ser solemne para mostrar desgarro y te deja, cuando llegás a la última página, en ese trance que produce la buena literatura.
Consuelo Filgueira asiste a su propio derrumbe cuando lo peor que le puede pasar a una madre sucede. El dolor infinito, ese que hace ver las estrellas en el sentido más descarnado, la inunda. El mundo sigue su curso, pero ella queda suspendida en la nada y, por más abrupta que sea la caída, el fondo es un lugar cada vez más oscuro e inexpugnable. Sin salida a la vista ni el impulso para buscarla, solo queda hacerse un bollo y apagarse. Sin embargo, lo que parecía el final irá transformándose en la ilusión de un nuevo comienzo. Porque el amor es como la hierba más seca y pisoteada que brota entre la piedra y el cemento en el momento menos pensado.
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