La deuda externa argentina nació antes que la propia Constitución y desde entonces estuvo asociada a palabras como corrupción, fraude, extranjerización, pobreza, hiperinflación, hiperendeudamiento y hasta muerte, que fueron prácticamente sinónimos. Pero hace diez años se eligió otro rumbo para el Estado nacional, que generó un enfrentamiento con los buitres de la deuda argentina. Estas aves de rapiña no encontraron, como en el pasado, a una paloma indefensa, sino a un halcón peregrino que en la mesa de discusión antepuso las necesidades nacionales. Primero fue con el FMI, luego con los bancos de inversión y las calificadoras, y hoy con …
La deuda externa argentina nació antes que la propia Constitución y desde entonces estuvo asociada a palabras como corrupción, fraude, extranjerización, pobreza, hiperinflación, hiperendeudamiento y hasta muerte, que fueron prácticamente sinónimos. Pero hace diez años se eligió otro rumbo para el Estado nacional, que generó un enfrentamiento con los buitres de la deuda argentina. Estas aves de rapiña no encontraron, como en el pasado, a una paloma indefensa, sino a un halcón peregrino que en la mesa de discusión antepuso las necesidades nacionales. Primero fue con el FMI, luego con los bancos de inversión y las calificadoras, y hoy con los denominados fondos buitre. Con aciertos y desaciertos, la Argentina invocó un proyecto de crecimiento con inclusión social y logró escapar de la tutela histórica del FMI, proponer una audaz oferta de canje de deuda, que se salía de los parámetros mundiales preestablecidos, y sin embargo alcanzar un 93% de aceptación. La última batalla por la deuda, aún inconclusa, se dirime en las Cortes de Nueva York contra los fondos buitre, que tienen el remanente del default y se negaron a aceptar la oferta argentina. Hacen un uso legal -cuando no legítimo- de los contratos de los títulos de deuda emitidos en los 90, con el que intentan cobrar el 100% de su valor. La dificultad para ponerle punto final al default tiene que ver con un vacío legal para tratar las quiebras de los países, hoy más evidente a causa de la crisis de deuda en Europa, que torna la experiencia local como un caso testigo mundial. Esta historia, nunca antes contada, arranca en Dubai, exótico país donde se presentó la primera oferta de canje de deuda en 2003, y llega hasta el regreso de la fragata Libertad. Con entrevistas exclusivas e inéditas a los protagonistas, aparecen en este libro los testimonios de tres ministros de Economía, uno de ellos actual vicepresidente -Roberto Lavagna, Amado Boudou y Hernán Lorenzino-, dos presidentes de Banco Central claves de la época -Martín Redrado y Mercedes Marcó del Pont-, dos jefes de gabinete -Sergio Massa y Alberto Fernández-, un canciller, Héctor Timerman, entre una larga lista de funcionarios, acreedores, lobistas y abogados que también aportaron sus testimonios. No faltan historias graciosas y hasta conmovedoras, que revelan cómo lo cotidiano se entremezcla con decisiones trascendentales para conducir un país. La autora indaga sobre quiénes son, de dónde vienen y a qué apostaron los funcionarios que lograron sacar al país del default y transitar la senda del desendeudamiento, terminando así con una tradición histórica local de negociar en los dos lados del mostrador. Un verdadero thriller de la deuda externa. Como bien señala Guillermo Laborda en su prólogo, "escribir sobre la deuda argentina no es referirse estrictamente a un tema económico. Incluye la política y más aun, la esencia de la política argentina". Así se resume el desafío de este libro.
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