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Una selección de entrañables anécdotas ecológicas por el autor de la obra
maestra de renombre mundial _La Tierra Púrpura_. Un clásico internacional y
uno de los escritores predilectos del muy selectivo **J. L. Borges**.
Joseph Conrad detectó su gran calidad literaria alabando su naturalísimo
estilo que "brotaba como la hierba". **Hudson **pergeñó varias obras maestras
de la novelística mundial como _La tierra púrpura_ por las que es recordado
primordialmente; pero, asimismo, escribió otras obras magníficas y de gran
talla literaria como es la presente, en …
Una selección de entrañables anécdotas ecológicas por el autor de la obra
maestra de renombre mundial _La Tierra Púrpura_. Un clásico internacional y
uno de los escritores predilectos del muy selectivo **J. L. Borges**.
Joseph Conrad detectó su gran calidad literaria alabando su naturalísimo
estilo que "brotaba como la hierba". **Hudson **pergeñó varias obras maestras
de la novelística mundial como _La tierra púrpura_ por las que es recordado
primordialmente; pero, asimismo, escribió otras obras magníficas y de gran
talla literaria como es la presente, en donde, sin el artificio novelístico ni
la exigencia narrativa biográfica, manifiesta su categoría de gran escritor
capaz de extraer interés y poesía de hechos en apariencia insignificantes:
recuerdos nostálgicos de su juventud en la Pampa, conversaciones con
simpáticas niñas -en curiosa vena Lewiscarroliana-, experiencias relativas a
pájaros -su gran pasión-, y anécdotas ocurridas en remotas aldeas o parajes
salvajes ingleses.
El naturalismo poético de este autor, traducido por Unamuno, sobrecoge al
lector. La maestría de Sudermann, traducido por Unamuno, J. L. Borges, tan
cicatero repartiendo alabanzas literarias, elogió el conjunto de la obra de
Sudermann, pese a hallarse ésta adscrita a una corriente, la naturalista, a la
que el autor argentino era especialmente reacio. Algo que se comprende cuando
leemos el magistral relato que presentamos: naturalista, sí, pero trascendido
de continuo por un soterrado fondo fantástico. El protagonista, un joven
predestinado a la desgracia por su timidez y un entorno familiar pobre y
El naturalismo poético de este autor, traducido por Unamuno, sobrecoge al
lector. La maestría de Sudermann, traducido por Unamuno, J. L. Borges, tan
cicatero repartiendo alabanzas literarias, elogió el conjunto de la obra de
Sudermann, pese a hallarse ésta adscrita a una corriente, la naturalista, a la
que el autor argentino era especialmente reacio. Algo que se comprende cuando
leemos el magistral relato que presentamos: naturalista, sí, pero trascendido
de continuo por un soterrado fondo fantástico. El protagonista, un joven
predestinado a la desgracia por su timidez y un entorno familiar pobre y
opresivo, alcanzará una impensada plenitud tras una peripecia vital en donde
su capacidad de entrega y sacrificio se verá mágicamente recompensada por
diversos giros sorprendentes que el Destino efectúa en su favor. La maestría
de Sudermann destaca en el modo en que va transfigurando la sencillez y
minuciosidad extremas del relato mediante un aura poética cuya contención
pudorosa no impide que en numerosos instantes la historia sobrecoja al lector.
Nacido en Matzicken, en la actual Lituania, Hermann Sudermann (1857-1928) se
dedicó al periodismo y a la literatura, escribiendo novelas de éxito, entre
las que destaca Frau Sorge (La dama gris). Sus obras de teatro, entre las que
destacan Die Ehre (La honra) y Heimat (Patria), alcanzaron una enrome fama y
se las disputaron los mejores teatros del mundo y las interpretaron las
mejores actrices de la época (Sarah Bernardt, Eleonora Duse, etc.).
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