El autor aborda un amplísimo tema no tratado hasta la fecha por la historiografía rumana, ni por la española ni tampoco por la historiografía europea en general, cubriendo un vacío existente en una larga serie de estudios internacionales dedicados a diferentes cultos orientales y provincias del Imperio Romano (series EPRO-RGRW, de Brill). Se presenta en primer lugar una introducción metodológica y un estado de la cuestión muy completo, secundados por una exposición sintética del contexto geográfico e histórico. La parte central de la tesis está dedicada al estudio de la difusión de estos cultos en las tres provincias dácicas, dedicando diferentes capítulos al Mitraísmo, a los cultos sirios, a los cultos minorasiáticos y a los cultos egipcios, donde se analizan la distribución de los monumentos epigráficos, escultóricos y los templos de cada culto, la cronología de la difusión, la onomástica y el origen étnico de los dedicantes, y también su distribución social, estableciendo como categorías los diferentes ordines sociales y también las ocupaciones. Además, incluye un capítulo dedicado al problema de la identificación de Sol Invictus y otro en el que se analiza en conjunto la difusión de los cultos. Una tercera parte, más interpretativa, se centra sobre la relación del culto imperial y los cultos de origen oriental, y sobre las formas de integración y de control social e ideológico observadas. Después de las conclusiones en español, se incluye un amplio resumen y las conclusiones íntegras en rumano. El primer volumen se completa con una rica bibliografía, listados de imágenes y abreviaturas. Por su parte, el segundo volumen comprende un extenso y completo corpus epigráfico, complementado por diversas listas de concordancia, abreviaturas bibliográficas y un extenso apéndice de fotografías y dibujos de inscripciones de gran calidad, con una lista que señala sus lugares de procedencia. Finalmente, se incluyen unos útiles y amplios índices analíticos de ambos volúmenes.

La semilla es el óvulo fertilizado y maduro de las plantas, pero en ellas el óvulo no es una simple célula como en animales. En las plantas, los óvulos son estructuras que contienen el gametofito femenino. Sus partes son funículo, calaza, tegumentos y nucela. La semilla es, por tanto, un órgano u organismo complejo con tres genotipos diferentes: el materno que es diploide y lo encontramos en los tejidos derivados de los tegumentos, calaza y tejido parietal (cubierta seminal y perispermo); el del embrión fecundado, que es también diploide y es el resultado de la fusión de un gameto con la ovocélula; y el genotipo triploide del endospermo, que resulta de la fusión de una célula del polen con los dos núcleos polares. A lo largo de la historia de la Botánica se encuentran varias clasificaciones de las semillas pero muchas veces sus resultados no están de acuerdo con las categorías de la taxonomía clásica y así por ejemplo se encuentran grupos diferentes de semillas dentro de una misma familia de plantas. Martin propuso en 1946 una clasificación basada en los caracteres internos de la semilla. Divide las semillas en doce tipos basándose en la posición del embrión en el saco embrionario (basal, periférica o axilar), el tamaño relativo del embrión con respecto a la semilla, y la forma del embrión. Aunque ésta es la clasificación más comúnmente aceptada de las semillas hasta el momento, presenta serios inconvenientes. Por ejemplo, la clasificación se hace sin tener en cuenta la morfología externa de la semilla. La principal dificultad para establecer una clasificación de las semillas basada en un criterio morfológico es que no existen descripciones morfológicas de las semillas precisas, es decir basadas en la Geometría y en las Matemáticas. En este trabajo se realiza una aproximación interdisciplinar al estudio de la morfología de semillas. Se ha encontrado que las plantas que tienen una estrategia que en Ecología se ha definido como del tipo "r", es decir, de ciclos vitales rápidos y morfología sencilla, que producen abundantes semillas, producen también semillas morfológicamente sencillas, es decir que se parecen a objetos geométricos. Este es el caso de las plantas modelo: Arabidopsis thaliana, cuyas semillas se parecen a una curva cardioide alargada en el eje X por un factor de Phi (1, 618); y las leguminosas-modelo Lotus japonicus y Medicago truncatula, cuyas semillas se parecen a una curva cardioide (Lotus japonicus) o a una cardioide alargada en el eje Y por un factor de Phi (Medicago truncatula). Los modelos morfológicos aquí propuestos están basados en el parecido de las semillas con la curva cardioide y permiten comparar entre genotipos (variedades y mutantes), tratamientos y en distintas fases del crecimiento. Modelos morfológicos semejantes se han aplicado a la descripción de otras semillas de dos subespecies de Capparis spinosa (ssp. rupestris y ssp spinosa) recogidas en diferentes áreas geográficas de Túnez. El análisis propuesto permite descubrir nuevos aspectos de la biodiversidad en las semillas.

Esta investigación plantea un análisis comparativo de los significados subyacentes en las estructuras sociales y las manifestaciones religiosas de dos poblaciones rurales de origen agrícola: Acaxochitlán, Hidalgo, en México y la Villa de Tamames de la Sierra en la Provincia de Salamanca, España. El estudio implicó la revisión de los antecedentes históricos y culturales de cada uno de estos lugares, a fin de trazar los contornos de la cosmovisión y el ethos que asumen sus habitantes a través de la interpretación de los significados que encierran las estructuras sociales y las manifestaciones de religiosidad. Concretamente, se trató de responder, entre otros, al siguiente interrogante: ¿Cuál es la implicación de la cosmovisión y el ethos de un grupo humano en las estructuras sociales y las manifestaciones religiosas? Interpretar y comprender los significados que encierran las manifestaciones religiosas en cada uno de los sitios mencionados, obligó a ampliar la perspectiva antropológica con enfoques precisos. El primero lo proporcionó la cosmovisión, que se describió a partir de las dimensiones religiosas como las ideas, actitudes y objetivos que ella contiene, y a través de la urdimbre de significados anclados en las formas de entender y comprender el mundo. En este proceso resultó ineludible revisar los antecedentes precristianos de los pueblos en estudio. El segundo lo proporcionó el ethos, para cuya caracterización se analizaron los estilos de vida y el comportamiento de las culturas a través de su desarrollo histórico. La primera tarea consistió en describir exhaustivamente aquéllos factores que estaban relacionados con las ideas y conceptos de un orden social, así como de los estados anímicos y motivaciones que guían los ideales de vida de estas culturas. En este sentido, los rituales representaron la mejor oportunidad de observar la condensación de la cosmovisión y el ethos. Los que guardan una estrecha relación con el desarrollo histórico y con el involucramiento del Estado en el bienestar de estas culturas.

Este trabajo de investigación profundiza en el imaginario simbólico-religioso que algunos pueblos quechuas de los Andes de Ollantaytambo (Cuzco-Perú) tienen de la tierra, esto es, de un elemento integrante de su entorno ambiental que sienten como vivo en cuanto productivo, y cuya benevolencia (productiva) consideran necesario propiciar mediante diversos rituales religiosos para poder seguir subsistiendo en la sierra altoandina. Concretamente, se averigua si el culto quechua a lo telúrico puede incluirse en una definición de la religión elaborada en referencia a lo ‘sobrenatural’ y a lo ‘divino’ como categorías paradigmáticas que trascienden no tanto el poder humano cuanto sobre todo los procesos de la Naturaleza física, y por tanto también aquéllos biológicos de la tierra. Bajo estas perspectivas de análisis se ponen en discusión las referidas categorías generales de la teoría antropológica religiosa, acudiendo por otro lado a una renovada interpretación del culto religioso quechua de lo telúrico, por la cual la de la tierra se presenta como una “religiosidad de la inmanencia” en la que priman las cualidades topográficas del entorno altoandino y los hechos ecológicos que relacionan al hombre quechua con este último.