En la Buenos Aires del Proceso, cuatro amigos comenten una serie de delitos de poca monta hasta que uno de ellos cae preso. Cuando es liberado, se reencuentra con una ciudad faraónica y agonizante, poblada de ausencias.
Carne picada es la más fuerte y controvertida novela del escritor que mejor reflejó el Buenos Aires de los años setenta.
Sintiendo la inminencia del golpe de Estado, Jorge Asís escribe esta historia con la hondura y la libertad atroz de creer que nadie se atrevería a publicarla. En ella cuatro amigos -estafadores de poca monta y perdedores "innatos, absurdos, irreparables"- intentan sobrevivir …
En la Buenos Aires del Proceso, cuatro amigos comenten una serie de delitos de poca monta hasta que uno de ellos cae preso. Cuando es liberado, se reencuentra con una ciudad faraónica y agonizante, poblada de ausencias.
Carne picada es la más fuerte y controvertida novela del escritor que mejor reflejó el Buenos Aires de los años setenta.
Sintiendo la inminencia del golpe de Estado, Jorge Asís escribe esta historia con la hondura y la libertad atroz de creer que nadie se atrevería a publicarla. En ella cuatro amigos -estafadores de poca monta y perdedores "innatos, absurdos, irreparables"- intentan sobrevivir en los márgenes de una ciudad que se devora a los derrotados y a los tristes hasta hacerlos puré. Una ciudad arrasada por los mazazos y las topadoras del cambio urbanístico, que rebana cualquier brote que se atreva a crecer, que sabe poner a funcionar a la perfección "la máquina de olvidar". Ciudad de "caños", de amigos que se evaporan; donde la sinfonía de sirenas policiales, persecuciones y razzias se vuelve ensordecedora, y se puede tener una personalidad a cinco cuadras, otra a seis, otra enfrente porque "vale todo".
Un recorrido hipnótico y fascinante por el Buenos Aires más sombrío y atormentado de la literatura.
La noche en Buenos Aires caía como una desgracia. Daba, más que nunca, la sensación de que sobrevivir era una tómbola, una ruleta rusa que de tanto horror podía finalmente hacerse monótona. Persecuciones cinematográficas [...]; despliegue patético de armas, prepotencia y miedo; espantosas sirenas policiales que tajeaban la quietud del inmenso cementerio, y pondrían música de fondo a un sueño o una cena que transcurría, también, con miedo.
