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Como lo hizo con su excelente Taller de corte y corrección, Di
Marco se ocupa ahora de la poesía. Después de zanjar con propiedad un
tema harto difícil: ¿se puede enseñar a escribir poesía?, el autor
expone una fascinante serie de "apuntes, ejemplos y prácticas para
escribir poesía". La calidad de los ejercicios propuestos es
superlativa, y el buen humor del autor convierte a sus libros en obras
fuera de lo común en el ámbito de la enseñanza de la escritura.«Hacer el
verso» resulta también una especie de antología de la poesía argentina
contemporánea.
El poeta frente a su cuaderno con su caligrafía. Lamborghini vuelve real
como ningún otro ese acto a la vez doméstico y perturbador.
Gracias a César Aira, este libro reúne la obra poética de Osvaldo
Lamborghini. No es probable que uno pueda encontrar en la poesía
argentina de las últimas décadas una obra más consistente. A la
inusitada y singular coherencia temática -que incorpora mitologías
personales y dosis de poesía política, de psicoanálisis, de gauchesca,
del surrealismo mejor asimilado- hay que añadirle la búsqueda formal de
un escritor atento siempre a las inflexiones orales y a su propagación y
combinación en la página.
Desobediente a todo y a …
El poeta frente a su cuaderno con su caligrafía. Lamborghini vuelve real
como ningún otro ese acto a la vez doméstico y perturbador.
Gracias a César Aira, este libro reúne la obra poética de Osvaldo
Lamborghini. No es probable que uno pueda encontrar en la poesía
argentina de las últimas décadas una obra más consistente. A la
inusitada y singular coherencia temática -que incorpora mitologías
personales y dosis de poesía política, de psicoanálisis, de gauchesca,
del surrealismo mejor asimilado- hay que añadirle la búsqueda formal de
un escritor atento siempre a las inflexiones orales y a su propagación y
combinación en la página.
Desobediente a todo y a todos, el autor encuentra el poema "una
desgracia pasajera" y lo convierte en un arma secreta. O lo somete a una
violencia textual que poco tiene en común con las transgresiones de
los escandalizadores profesionales.
Ante esa materialidad a la vez suficiente y escasa, ante la repetición
abstraída, el que escribe debe reaccionar cada vez de manera distinta.
Para desconcertar, para prever un lector único al final de la oscuridad,
para no encontrar la señal de consentimiento del «hombre de letras».
Generoso, fatal, imprescindible, Lamborghini se nos presenta como
epítome y adalid del poeta solo para inventarse en un más allá muy
próximo -el encabalgamiento que falta- la identidad socarrona del que
lee, entre líneas, esa carta de amor/odio que solo el estilo hace
posible. Una carta definitiva.
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