El granadino universal Ángel Ganivet (1865-1898) publica Granada la bella dos
años antes de suicidarse en el río letón Dvina, paisajes nórdicos a los que le
llevó su quehacer diplomático. Obra maestra del pesimismo y de la angustia,
reeditada en 1920 en Madrid, es considerada, junto a su autor, precursora de
aquellos ideales, enarbolados por los integrantes de la Generación del 98, que
llevaron un día a gritar, hacia adentro, «¡España se nos va!», a pesar de sus
inquietudes regeneracionistas pese al aparente desapego de las cuestiones
mundanas. Con esencia filosófica y espiritual, ordena las cosas en una
cosmovisión desencantada …
El jurisconsulto malagueño Serafín Estébanez Calderón (1799-1867), que usó por
seudónimo El Solitario, es uno de los folkloristas decimonónicos más valorados
y citados hoy día. Su estilo costumbrista, que no desdeña detalles, y las
descripciones sobre el flamenco y la afición taurina, de su época, lo han
convertido en cita ineludible de los estudios sobre etnografía andaluza de la
primera mitad del siglo XIX. Tío de Antonio Cánovas del Castillo y gran amigo
de Mesonero Romanos, desarrolló, asimismo, una destacada carrera política e
intelectual. Escenas andaluzas vio la luz en Madrid (Imprenta de Baltasar
González) en 1847.
Entre los estudios de folklore, la fauna popular ibérica no cuenta con
trabajos globalizadores pese a los esfuerzos que Antonio Machado y Álvarez
(_Demófilo_), introductor en España de la disciplina demótica, realizó a
través de la Sociedad Nacional del Folklore Español, que fundó en 1881. No
existen, pues, hasta ahora, obras de conjunto sobre la fauna popular española
donde queden congeniados los conocimientos vulgar y científico desde los
aspectos puramente folklóricos, para cuya compilación pueden tenerse en cuenta
otros cimientos hasta ahora no utilizados como el _Tesoro de la Lengua
Castellana o Española_, de Sebastián de Covarrubias, impreso en 1611, …
Los artículos que componen El Oro de
Mallorca poseen la par ticularidad de haber
sido concebidos por el poeta nicaragüense
Rubén Darío (1867-1916) para haberse
convertido en novela. Fue en el invierno de
1907 cuando el autor de Cantos de vida y
esperanza se instala en Valldemosa junto con
Francisca Sánchez, aún no divorciado de
Rosario Murillo, con la que ya no convivía.
Fueron publicados en La Nación entre
noviembre de 1913 y febrero de 1914, como
hechos desde la ciudad mallorquina y París.
Publicados en Madrid (Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y
Museos) en 1905, los 'Cantos de vida y esperanza', plenos de reflexión y
melancolía y, a pesar del título, de un cierto melisma pesimista, constituyen
un giro -feliz, fecundo- en la senda lírica de su autor, el nicaragüense
Rubén Darío (1867-1916), tal vez la más nutritiva de cuantas formaban el
Parnaso de las letras hispanas durante el Modernismo tendente al intimismo y a
la introspección. Música y libertad métrica y léxica dotan a esta obra de
caracteres singulares, exquisitos y, a menudo, sorprendentes, por su audacia,
cromatismo e innovación. …
Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891) escribió
El Capitán Veneno «en ocho días, en el sitio,
fecha y circunstancia que refiere su dedicatoria
al Sr. D. Manuel Tamayo y Baus; lo publiqué, por
trozos quincenales, en la Revista Hispano-
Americana, y después se han hecho de él tres
ediciones en tomo». El volumen del que parte la
presente edición se fecha en 1881. Novela corta
de final feliz, narra la peripecia de un capitán de
recios modales y difícil trato, pero de corazón
ardiente, generoso y amable.
El novelista Pedro Antonio de Alarcón y Ariza (1833-1891) fue uno de los más
destacados autores del romanticismo español de entronque realista. Con la
novela corta El sombrero de tres picos, publicada en 1874, alcanzó el cenit de
su carrera literaria, narrando, con virtuosa ironía, el paso del Antiguo al
Nuevo Régimen simbolizado por un sombrero de tres canales o aguas frente al
más distinguido de copa que terminaría por imponerse no sólo como moda
suntuaria.
Pedro Antonio de Alarcón (Guadix, Granada, 1833 - Madrid, 1891) escribe en
1852 la novela El amigo de la Muerte, a la que subtitula Cuento fantástico,
siendo, por tanto, uno de sus primeros relatos, en este caso en pleno imperio
del romanticismo, donde el tema de la Muerte acapara no pocos emprendimientos
literarios. Escrito de juventud, forma parte del arsenal fraguado en su natal
Guadix, de donde salieron numerosas piezas de su gabinete, antes de su
consagración, pronta y merecida, como novelista, político y académico.
Novela corta del género de terror y misterio, La Mujer Alta, terminada de
escribir en agosto de 1881 por Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891), es una de
las típicas narraciones muy del gusto decimonónico, con ambientación de luz de
gas, serenos y calles solitarias, aunando realismo narrativo y prefiguraciones
fantasmales producto del miedo con el halo mistérico de la noche, donde la
mujer desdentada y con un inquietante abanico en la mano, hecha muerte o
espectro en la imaginación del protagonista, es símbolo de augurios funestos.
La ilustre fregona, una -la octava- de las Novelas Ejemplares del inmortal
Miguel de Cervantes (1547-1616), publicada en 1613. Con carga realista y, en
algún modo, de relato picaresco, basa su trama en la conquista amorosa por dos
jóvenes de la nobleza imbuidos en la estudiantina, pretendientes de la misma
mujer, una moza que atendía en una posada. Mientras que uno recibe el
miramiento de la bella fregona, otro no logra su propósito.
Cervantes publica sus Novelas Ejemplares en 1613, tres años antes de morir,
entre ellas Las dos doncellas, pequeño y jugoso relato acerca de dos jóvenes y
sus enredos amorosos que, por obra del destino, no desembocan en desafío
mortal. De tipo idealista, se compone de personajes de la época dotados con
predecibles virtudes y defectos.
Los perros Cipión y Berganza, a quienes Miguel de Cervantes proporciona la
facultad nocturna de hablar para el desarrollo del coloquio, entran de lleno
en el género del relato picaresco. Incluido el texto en las Novelas Exemplares
(Madrid, 1613), la 'humanidad' animal se contrapone a la 'animalidad' humana,
motivo que sirve al autor para retratar la sociedad de su tiempo a través,
asimismo, de los diferentes personajes (los amos de los canes y otros) que los
conversadores caninos sacan a colación.
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