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A principios del siglo pasado, se sancionaron dos leyes infames, la denominada
Ley de Residencia, en 1902, y la Ley de Defensa Social, en 1910 que
posibilitaron la expulsión, la prisión o el confinamiento de miles de
extranjeros y de trabajadores de ideas revolucionarias durante más de 50 años.
El alejamiento forzado es el tema de este libro. La dedicación de Gabriela
Costanzo a estas congojas merece gratitud y recono-cimiento, pues casi nadie
se ocupo de revisar, releer e interrogar archivos, diarios, revistas,
discursos publicados en …
A principios del siglo pasado, se sancionaron dos leyes infames, la denominada
Ley de Residencia, en 1902, y la Ley de Defensa Social, en 1910 que
posibilitaron la expulsión, la prisión o el confinamiento de miles de
extranjeros y de trabajadores de ideas revolucionarias durante más de 50 años.
El alejamiento forzado es el tema de este libro. La dedicación de Gabriela
Costanzo a estas congojas merece gratitud y recono-cimiento, pues casi nadie
se ocupo de revisar, releer e interrogar archivos, diarios, revistas,
discursos publicados en los diarios de sesiones del Parlamento, y el texto
mismo de las leyes. No se concibió a estas leyes como antecedentes bárbaros de
persecuciones posteriores, ni siquiera como una vergüenza más de la nación
argentina. Los deportados del pasado se transmutan en los maltratados de la
actualidad: inmigrantes reenviados a sus países de origen, poblaciones
desplazadas por motivos de limpieza étnica, personas secuestradas y
transportadas por servicios secretos a lugares de detención en limbos
jurídicos. Son los indeseables del mundo. Este no es el fruto de un interés
académico sino de un oír. Es un acto que viene a reparar una enorme
injusticia.
Por el carácter epicéntrico del Estado en el establecimiento y sostén de la
dominación, la respuesta más transgresora y sustancialmente revolucionaria es
antiestatal. Por más abundantes y mayoritarias que sean las versiones de
reformismo que confían en la vía gubernamental. La revolución del siglo XXI es
entonces la opción por el camino más difícil, sin embargo, el único por el que
vale la pena jugarse el pellejo.
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