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Tu rostro mañana/ 1 Fiebre y Lanza, primera parte de la obra cumbre de Javier Marías, que la crítica extranjera ya ha saludado como una de las cimas literarias de nuestro tiempo.
«No debería contar nunca nada», empieza por decir el narrador de esta historia, Jaime o Jacobo o Jacques Deza.
Y sin embargo su tarea va a ser la contraria, contarlo todo, hasta lo aún no sucedido, al ser contratado por un grupo sin nombre que durante la Segunda Guerra Mundial creó el M16, el Servicio Secreto británico, y que aún funciona hoy en día de manera tal …
Tu rostro mañana/ 1 Fiebre y Lanza, primera parte de la obra cumbre de Javier Marías, que la crítica extranjera ya ha saludado como una de las cimas literarias de nuestro tiempo.
«No debería contar nunca nada», empieza por decir el narrador de esta historia, Jaime o Jacobo o Jacques Deza.
Y sin embargo su tarea va a ser la contraria, contarlo todo, hasta lo aún no sucedido, al ser contratado por un grupo sin nombre que durante la Segunda Guerra Mundial creó el M16, el Servicio Secreto británico, y que aún funciona hoy en día de manera tal vez degradada, o acaso ya bajo diferentes auspicios.
El protagonista regresa a Inglaterra, en cuya Universidad de Oxford había enseñado muchos años atrás, «por no seguir cerca de mi mujer mientras ella se me alejaba». Y allí descubre que, según Sir Peter Wheeler, viejo profesor retirado «con demasiados recuerdos», él también pertenece al reducido grupo de personas que posee un «don» o maldición: el de ver lo que la gente hará en el futuro, el de conocer hoy cómo serán sus rostros mañana, el de saber quiénes nos traicionarán o nos serán leales.
Una novela que se adentra en los mecanismos de la delación y la supervivencia, del dominio y la traición de los semejantes, y que fue, durante mucho tiempo, una de las preferidas de su autor.
Sentado junto a una ventana con vistas a un lago cuyas aguas indefinidas, letárgicas, pusilánimes e indecisas le parecen fiel imagen de aquellos que, esperando su muerte, lo rodean en su retiro, el juez Casaldáliga ya no recuerda aquella frase que su padre le repetía: «Has de tener bien presente que un hombre no es nada sin un destino». Un destino que él buscó …
Una novela que se adentra en los mecanismos de la delación y la supervivencia, del dominio y la traición de los semejantes, y que fue, durante mucho tiempo, una de las preferidas de su autor.
Sentado junto a una ventana con vistas a un lago cuyas aguas indefinidas, letárgicas, pusilánimes e indecisas le parecen fiel imagen de aquellos que, esperando su muerte, lo rodean en su retiro, el juez Casaldáliga ya no recuerda aquella frase que su padre le repetía: «Has de tener bien presente que un hombre no es nada sin un destino». Un destino que él buscó durante mucho tiempo, hasta que, en 1939, al regresar después de un exilio de tres años en Lisboa, vio claro que el final de la guerra le brindaba una oportunidad para decidir no sólo su destino, sino también el de sus semejantes.
De El siglo se ha dicho:
«Las oraciones, a veces largas, y parcas en diálogo, comunican el sentido del tiempo, del siglo, que a su vez viene a ser no sólo el siglo en que vive Casaldáliga, en que vivimos nosotros, sino El siglo, el mundo, la vida.»
J. H. Abbott, ABC
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